"Rafael Cuevas Mata.
Madrid.
Una homilía cargada de metáforas y bellas parábolas ha servido para abrir el Triduo dedicado a la Virgen de Regla en la madrileña iglesia del Carmen. El Arzobispo Emérito de Sevilla, el Cardenal Carlos Amigo Vallejo ha embelesado a todos los asistentes al primero de los días de culto a esta Imagen sevillana. Hermanos de la cofradía de Los Panaderos, jóvenes de diferentes nacionalidades, y vecinos del céntrico templo madrileño, han asistido a una misa en la que el Cardenal Amigo ha estado acompañado por Fray Ricardo de Córdoba en el altar, hermano de la propia cofradía del Miércoles Santo.
Palabras que han servido a muchos jóvenes extranjeros para entender la manera que tenemos los andaluces de revivir la Pasión de Cristo cada año en Semana Santa y, para explicar el enorme amor que a María la Virgen se procesa en las tierras andaluzas. Amigo Vallejo ha ejemplificado el regalo que Sevilla ha querido traer a las JMJ (La Virgen de Regla bajo su palio) con una lámpara, que irradia luz a todo lo que la rodea. Una luz que, en estos días en la capital de España, nos sirve para vernos mejor, para conocernos mejor, nosotros mismos y a los que nos rodean. Ese es el camino, ha afirmado el Cardenal, para reconocer a Cristo en estas Jornadas Mundiales de la Juventud. Con su inigualable verbo, Carlos Amigo ha realizado una serie de paralelismos entre Cristo y su Madre que han dejado a todos y cada uno de los asistentes con el corazón encogido. Un sensación que se notaba en el sepulcral silencio y la tremenda concentración de los fieles al escuchar las palabras del Cardenal. Ha afirmado que “Cristo llevó Corona de espinas, para que su Madre la llevase de flores. Cristo sufrió la blasfemia para que a María le regalásemos piropos. Cristo sangró por los azotes, para que a su Madre la acariciásemos todas las generaciones...”
Al término de la misa, gracias a Fray Ricardo de Córdoba, un grupo de jóvenes cordobeses asistentes a las Jornadas Mundiales de la Juventud Madrid 2011, nos pudimos acercar a conocer personalmente al Cardenal Amigo Vallejo. Todo un gesto del fraile capuchino que, a pesar de su vida de predicación en Sevilla o Jerez, nunca olvida a su ciudad ni a los cofrades que vio nacer en muchas de las cofradías cordobesas.
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