Actualidad

De la Semana Santa cordobesa

24/06/2011

Las cosas importantes se hacen con corazón

"En la fiesta del Corpus Christi celebramos el Día de la Caridad en la Iglesia. Cáritas es la organización de esa caridad de la Iglesia, que por una mano recibe y por otra reparte, atendiendo múltiples necesidades de nuestro tiempo. En el presente, la institución Cáritas ha adquirido un prestigio inmenso, porque está atendiendo a miles de familias en toda España, que sufren el azote de la crisis económica. Hasta nuestros enemigos más acérrimos reconocen el bien que la Iglesia está haciendo a los demás a través de Cáritas. Y Cáritas no es una simple recaudación de cuotas, sino que es la institución que hace circular la caridad cristiana de un corazón a otro. Junto a Cáritas hay también otras instituciones cristianas, familias religiosas, grupos y movimientos de Iglesia, que mueven la caridad de los fieles en el seno de la comunidad eclesial. A todos, mi estímulo y mi gratitud en este Día de Caridad.

La caridad cristiana brota del Corazón de Cristo. “Amaos unos a otros como yo os he amado” (Jn 13,34), es el mandamiento nuevo de Cristo. Y Él nos ha amado hasta dar la vida por cada uno de nosotros. Nadie tiene amor más grande. La caridad cristiana es el amor de Dios derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo. La caridad cristiana no brota de una decisión nuestra, sino de un don que recibimos de Dios y por el cual somos movidos a amar a Dios y al prójimo. Colaborar con ese don de Dios será mérito nuestro.

La caridad cristiana se distingue de la mera filantropía. No se trata de hacer el bien al otro, sin más. Eso es bueno. Pero la caridad cristiana es otra cosa: es amar al otro por Dios, porque veo en él la imagen de Cristo sufriente y necesitado, porque veo en él un hijo de Dios, a quien Dios ama con amor infinito. La caridad cristiana brota de Dios y tiene a Dios como término. “En esto consiste el amor, no en que nosotros hemos amado a Dios, sino en que Él nos ha amado primero… Si Dios nos ha amado de esta manera, también nosotros hemos de amarnos unos a otros” (1Jn 4,10-11). Cuando nos amamos con el amor cristiano, hacemos presente a Dios en medio de nosotros.

“Las cosas importantes se hacen con corazón”, reza el lema de este año. No se trata de hacer cosas y resolver problemas simplemente. Menos aún de atender “casos”. Se trata de poner el corazón en lo que hacemos. Cáritas nos pide que pongamos el corazón, es decir, que lo hagamos con una actitud interna de amor verdadero, del amor que viene de Dios. Y desde esa interioridad brote nuestra mano tendida al hermano que lo necesita.

La actuación de Cáritas diocesana de Córdoba es enorme. Atenciones de primera necesidad, transeúntes, recogida de cartones como medio de inserción laboral, casa para presos en sus primeras salidas, residencia para ancianos marginados y un sinfín de atenciones a todos los niveles, además de estar atenta a las necesidades que surgen de improviso por catástrofes naturales. La Cáritas diocesana anima a su vez a las Cáritas parroquiales, porque a pie de parroquia se necesita esa mínima organización que haga circular la caridad de los discípulos de Cristo.

Por eso, Cáritas nos hace una llamada a la generosidad en este Día de la Caridad, para poder seguir haciendo el bien y llegar a muchas más personas que presentan sus múltiples necesidades. Cáritas necesita voluntarios y necesita medios económicos. Cáritas necesita también la oración de toda la comunidad cristiana para que no falte ese don del amor que Dios pone en nuestros corazones.

Por todas las parroquias que visito encuentro ese grupo de personas que dan su tiempo y su iniciativa para organizar, bajo la autoridad del párroco, la caridad en su parroquia. A todos mi gratitud. Hacéis presente el rostro más amable de la Iglesia, que como madre atiende a sus hijos. No os canséis nunca de hacer el bien, porque al atardecer de la vida nos examinarán del amor. Aprender a amar y ejercitarse en el amor es la tarea de toda la vida. Que no falte Cáritas en cada parroquia. Hoy lo necesitamos más que nunca.

Con mi afecto y bendición:
+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba
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