"En una semana exaltará a San Álvaro. Lo anteceden nombres como el de Juan José Primo Jurado, Pablo García Baena o Antonio Varo Pineda; así David Pinto Sáez también formará parte de esa saga de cofrades cordobeses que miran hacia dentro, hacia la historia de su ciudad para dar cumplida de nuestro patrimonio religioso y cultural al igual que, cuando llega el Corpus, lo hace junto a su abuelo dirigiendo la Custodia y escribiendo el peníltimo capítulo de la Saga de los Sáez. A una semana de la Exaltación, nos acercamos a David para conocer un poco mejor sus inquietudes y reflexiones sobre nuestras cofradías.
-¿Cómo empiezas en las cofradías?
Mi relación con las cofradías es inherente a mí. Tenga en cuenta que cuando yo nazco, mi familia sigue aún estando al frente de varios pasos de Córdoba, por lo que desde el Domingo de Ramos y durante toda la Semana Santa, en mi casa se vive un ambiente de preparativos, montajes y salidas, habiendo llegado a participar en el cortejo de hermandades de prácticamente todos los días de la semana. Y de una manera más personal y por ser la del Huerto la última hermandad en la que mi abuelo Rafael Sáez ostentó cargos en una Junta de Gobierno, desde siempre he estado ligado a ella, ayudando con los montajes, desmontajes, limpiezas, etc.
Fuera de la Semana Santa, igualmente hemos tenido mucha relación con las hermandades y pasos de Gloria, en las que antes de poder participar activamente, acudía de la mano de mi abuelo para ver cómo se montaban los pasos, los preparativos e incluso durante las propias salidas.
-¿Cuál es el primer recuerdo que conservas de las cofradías?
No tengo un primer recuerdo claro, pero desde luego entre los primeros están las bajadas de María Santísima de la Candelaria por la Cuesta de Luján, momento en el que tanto a mí como a Manuel López Pérez, los “esclavinas” de la Candelaria, nos bajaban a Diario de Córdoba para evitar que toda el bullicio que se reunía en la cuesta nos pisara. Recuerdo perfectamente esperar la llegada del palio, que bajaba con toda la candelería encendida y sobre una nube de cabezas, que no era tan habitual en Córdoba como hoy en día.
Y como le decía antes, también tengo un recuerdo muy concreto, seguramente de los primeros, de los días de Corpus Christi en los que iba de la mano de mi abuela Trinidad a seguir la procesión de la Custodia, en la que participaban todos mis tíos y primos.
-Tu familia viene de una gran tradición en el ámbito de nuestras hermandades, ¿de qué forma te ha influido?
Lo cierto es que no puedo decir que me haya influido como algo externo que medie en mí, sino que esta relación familiar con las hermandades de Córdoba, tanto de Pasión como de Gloria, es en sí parte de mi vida.
En la parte más espiritual, ha sido en el propio seno de mi familia donde he aprendido, sin duda alguna, a tener verdadera fe en Jesús y María. Paralelamente a lo que de niño pudiera disfrutar en las hermandades, fue precisamente rodeado de familiares donde aprendí a escuchar en los cultos, a entender lo que se lleva encima de los pasos, a ampararnos en esa fe en los momentos difíciles, y por supuesto, a agradecer día a día lo que recibimos, que en ningún caso es merecido.
Entiendo que no hay nada más bonito que vivir la fe de una manera propia y personal; y si puede hacerse acompañado de la familia, sobra todo lo demás.
Y en el aspecto más material, como decía antes, he vivido siempre rodeado de enseres procesionales, he compartido plancha y cocina de cruces y casetas con mis primos incluso con mis abuelos, he salido en procesión con el Huerto junto a mis padres y hermanos, he pasado horas enteras sentado en un banco de San Hipólito viendo como mi primos mayores bajaban la imagen del Sagrado Corazón de Jesús de su hornacina para subirla posteriormente a su paso; incluso recuerdo el año que se instaló el nuevo mecanismo en el paso del Corpus, subirme sobre el hidráulico para comprobar que basculaba correctamente con peso antes de probarlo con la propia Custodia, con tan sólo unos 12 ó 13 años. Por eso me reitero en que no es que me haya influido, sino que en sí, el mundo de las hermandades siempre ha estado presente en mi día a día.
-En la actualidad eres capataz, junto a tu abuelo, del paso de la Custodia, ¿qué siente David Pinto Sáez el día del Corpus?
Siendo conscientes de que la Custodia de Arfe lo que guarda en su Viril es al Santísimo, es fácil entender que tener la oportunidad de acompañar este paso es tal vez la mayor satisfacción como cofrade, pero sobre todo como creyente. No sé si podría llegar a acompañar algún otro paso que me llenara tanto como el de la Custodia; para mí es un día de pleno de emociones.
A diferencia de los días de Semana Santa, más de pasión y Pasión, el día del Cuerpo de Cristo es un día de alegría, de tañer de campanas, de romero… es especial.
Pero entre todos los momentos que se viven, me quedaría con un par de ellos. El primero es cuando trasladamos el paso hasta el lugar en el que el Sr. Obispo, finalizada la Eucaristía, acerca al Santísimo para que sea colocado sobre la Custodia. Ese recorrido se hace a solas, en silencio, atravesando la Capilla de Villaviciosa; es como un pequeño regalo para los que vivimos ese momento.
Y en segundo lugar, justo el instante en el que se sale al patio de los Naranjos. Entonces confluyen siempre varios elementos que no se vuelven a repetir hasta la próxima salida. Por un lado, la luz atraviesa por primera vez todos los pináculos de la Custodia, resultando de una belleza extraordinaria. Y todo ello inundado por el incesante repicar desde el campanario de la propia Catedral.
-Tu faceta de capataz también la desarrollas en Algeciras, donde resides ¿Cómo la valoras?
Mi entrada en la hermandad de Columna y Lágrimas de Algeciras y en concreto en la cuadrilla de costaleros de Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna fue del todo casual y gracias a un compañero de trabajo de mi mujer, José Manuel Calvo Ruiz, por entonces capataz del paso de misterio. Sin embargo, tras su renuncia como capataz por incompatibilidad con su cargo en la Junta de Gobierno, la hermandad nombra como capataz a su hijo José María Calvo Solís, quien junto a Francisco Vadillo Roca, capataz del paso de palio, deciden recomponer tanto el equipo de capataces como la cuadrilla, conformándose a partir de entonces como una única cuadrilla. Es entonces cuando me ofrecen formar parte de la misma.
Todos los miembros, tanto de la cuadrilla como del equipo de capataces, han sido o son en la actualidad costaleros o capataces no sólo de hermandades de Algeciras, sino también, y a modo de ejemplo, de Estepona (El Amor), Sevilla (Los Javieres, El Baratillo, La O, El Cerro del Águila o Triana, entre otras) e incluso en Córdoba, donde participan como costaleros en la hermandad del Caído de San Cayetano varios hermanos cordobeses residentes en Algeciras. Por lo tanto es una cuadrilla con muchísima experiencia de la que se puede aprender mucho tanto a nivel de “trabajo” como personal.
Realmente contento y agradecido a todo el equipo y a la propia hermandad por supuesto.
-Colaboras en la revista Córdoba Cofrade, así como en diversos boletines y en Internet (blog de los costaleros del Cavario), ¿qué destacarías de esa labor?
Cualquier púlpito que se nos ofrezca es bueno para difundir nuestra manera de entender nuestra cultura y por supuesto nuestra fe; para mí indefectiblemente unidas. El objetivo, no obstante, es totalmente distinto en cada medio. Para Córdoba Cofrade intento rescatar datos olvidados, anécdotas pasadas, visiones generales de la Semana Santa de Córdoba o incluso maneras pretéritas de entender la fe (recuerdo varios artículos sobre hermandades extintas de Córdoba y uno más específico sobre las hermandades de Ánimas existentes en su día en todas nuestras parroquias). En los boletines en los que he tenido la ocasión de colaborar, lo que pretendo es basarme en la historia concreta de la hermandad de la que se trate, salvo casos concretos como fue el de la hermandad del Vía Crucis, la cual, con un criterio a mi juicio muy acertado, no se ciño a ella misma, ofreciéndome escribir un artículo sobre la Semana Santa de Algeciras.
En cuanto al Blog de los Costaleros del Calvario (http://costaleroscalvariocordoba.blogspot.com), los tres hermanos de la cofradía que participamos en ella de una manera más activa (muchos otros participan aportando documentación), lo que intentamos es de nuevo abrir algo las miras para no publicar solamente información relativa a los costaleros y la propia hermandad (aunque ésta, evidentemente, no falta) y compartir curiosidades tanto actuales como pasadas, información de la diócesis, imaginería, música, Semana Santa fuera de Córdoba capital e incluso un apartado cofrade-taurino que analiza los puntos que unen a ambos mundos.
-En la mayoría de tus artículos te centras en el ámbito del estudio histórico, ¿crees que es un aspecto en el que queda bastante por indagar?
Es imposible entender verdaderamente la Semana Santa sin conocer su origen y menos aún la Semana Santa de Córdoba, que adicionalmente a la historia general de España y Andalucía y sus respectivas influencias sobre las hermandades, se le unen diversos decretos como el del Obispo Cebrián o el archiconocido Decreto Trevilla, que la hacen aún más compleja.
Por supuesto que una visión completa de la Semana Santa histórica es totalmente inabarcable, sobre todo si pensamos en las dimensiones de los boletines de las hermandades o la propia Córdoba Cofrade, aunque con esas pequeñas pinceladas lo que pretendo es por un lado entender yo mismo mejor el cómo y el por qué de nuestra Semana Santa actual, y si de paso algún “curioso” aprende o recuerda algo, mejor aún.
En definitiva, creo que efectivamente queda aún mucho por desempolvar de los archivos parroquiales, provinciales, de protocolos notariales, etc.
-El domingo 27 de febrero pronunciarás la Exaltación a San Álvaro de Córdoba ¿Qué quieres transmitir?
Cualquier pregón o exaltación debe llevar las 3 “E”. En primer lugar debe Evangelizar; si no tuviera un fondo cristiano, no pasaría de ser un pregón o exaltación de unas fiestas populares o una verbena. En segundo lugar debe Enseñar; quien se siente delante de un atril debe salir con algo nuevo que no se supiera, alguna anécdota olvidada y a ser posible, con reflexiones personales del exaltador que lleven a entender mejor el objeto de la disertación, y que a fin de cuentas es lo que se espera al elegir a una persona diferente para cada edición. Y por último debe Entretener; de nada serviría una magnífica exposición si no llevara rimas que nos llamen la atención, giros poéticos que nos hagan disfrutar mientras aprendemos.
De no ser así, cualquier pregón o exaltación se convertiría o bien en un pregón de fiestas populares, como decía antes, o bien en una tesis doctoral aburridísima para ser escuchada en sentado en un banco.
Dicho eso, intentaré Evangelizar algo, Enseñar lo que sepa y Entretener todo lo posible.
-Un lugar para ver cofradías.
Me encanta la calle de la Feria por lo que conlleva de poético su longitud llena de naranjos, cirios y los pasos apareciendo al final. Pero creo que me quedo cualquier lugar siempre y cuando sea verlas desde dentro; tras un cubrerrostros, bajo un costal o como capataz, pero siempre desde dentro. Las cofradías son para vivirlas en Semana Santa y verlas el resto del año.
-Un cofrade.
Desde luego que no podría pensar en otro que no fuera Rafael Sáez Gallogos. Elegido Cofrade Ejemplar por la Agrupación de Cofradías, junto a sus hermanos, y un verdadero ejemplo de trabajo y sacrificio por y para las hermandades de Córdoba. De él aprendí gran parte de lo que sé y lo que soy en las cofradías.
-¿Qué recuerdo guardas con más cariño de la tus vivencias cofrades?
Es imposible elegir un solo recuerdo sin que vengan muchos otros, pues cada vivencia está rodeada de sentimientos, sensaciones y emociones que los hacen únicos. Sin embargo me quedaría con la primera vez que vestí a mi hija de esclavina en la hermandad del Calvario. Como era muy pequeñita, se quedó dormida justo antes de salir, por lo que salió desde San Lorenzo en brazos de uno de los manigueteros. Este momento, visto a través de los respiraderos del paso de Nuestro Padre Jesús del Calvario, es algo que no creo que olvide.
Y si pudiera coger otro, escogería el día que mi abuelo avisó al paso de la Custodia de que iba a llamar yo. Era en la calle Santa Victoria y recuerdo que con una voz que no me salía del cuerpo mandé con un “de frente viene”, como llama mi abuelo y lo hacía su padre.
-Un sueño.
Aunque tengo muchos sueños, los cuales espero poder ir cumpliendo, lo que realmente me gustaría es saber transmitir a mi hija Candelaria y a los que vengan, si Dios quiere, el amor no sólo por nuestra fe en Cristo, sino incluso por la manera que hemos aprendido a expresarlo en esta tierra. Que se sientan creyentes y cofrades, pero sobre todo orgullosos de serlo. Cualquier otro sueño que se cumpla, si no logro transmitirles esto a mis hijos y nietos, sería totalmente baldío.
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