"Rafael Cuevas Mata.
Madrid.
Ha sido como uno de aquellos Rosarios de la Aurora de los que, por razones de edad, muchos apenas hemos conocido. De aquellos en los que se rezaban los Misterios al compás de sevillanas y se cantaban los Ave María. De los que despertaban a los fieles, y no tan fieles, de su sueño al amanecer. Un Rosario de la Aurora de los que estás deseando que amanezca para ver la tez del rostro de María, al clarear la mañana.
Aún era de noche, muy de noche en Madrid cuando se abrieron las puertas del céntrico templo del Carmen. El paso de palio que cobija a la Virgen de Regla de la sevillana Hermandad de Los Panaderos colocado al fondo de la iglesia. Y ante la mirada de una multitud de sevillanos, pero también de mejicanos, brasileños, italianos o polacos participantes en las Jornadas Mundiales de la Juventud, salió el cortejo que ha llevado a esta imagen mariana a la Plaza de Cibeles.
El cielo seguía luciendo su azul más oscuro cuando la Virgen de Regla llegó a la Puerta del Sol. “Dos poderosas naves, se están batiendo...” podía haber cantado el coro rociero que la acompañaba. El paso de palio de la Hermandad de Los Panaderos era un estandarte de la fe, arraigado en la cultura española del más puro catolicismo, y de la idiosincrasia cristiana andaluza. Frente a él, todo lo que, en los últimos meses ha ocurrido en este enclave madrileño: Los Indignados del 15 de Marzo, las manifestaciones por un Estado laico, las protestas por los millones de parados... Y allí estaba Ella, diciéndole a los jóvenes que nuestras raíces católicas son fuertes, en España y, sobre todo, en Andalucía, y por eso no hay que tener miedo.
Nada ha impedido que los hermanos de Los Panaderos, y todos los fieles que los han acompañado, hayan realizado este recorrido rezando en voz muy alta todos y cada uno de los Misterios de este Rosario de la Aurora. Ni las descomunales proporciones de los edificios del centro de Madrid han empequeñecido las proporciones sevillanas del paso de palio de Regla; ni los jóvenes que aun volvían de fiesta desde la noche anterior; ni todo el revuelo popular de la Puerta del Sol ha podido contra esa poderosa nave de la fe, que es un paso de palio.
Los jóvenes en paro, los jóvenes sin estudios, los jóvenes lejos de sus casas, los incomprendidos por sus familias, los jóvenes enganchados a la droga... rezaron en Madrid y ante la Virgen de Regla cantando aquellas sevillanas, tan de los Rosarios de la Aurora que decían: Virgencita que guardas mi cabecera, carita de jazmín ampárame, de la mano en la vida siempre me llevas.
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