En la iglesia de la Merced tuvo lugar anoche la presentación del cartel de Glorias y el pregón. Dio comienzo el acto con los sones de la banda de la Esperanza, que interpretó Fuensanta Coronada (Abel Moreno), Aires de Gloria (Juan A. Pedrosa), Villaviciosa (Alfonso Lozano) y La Virgen del Carmen (Rafael Wals). A continuación, se descubrió el cartel anunciador de las Glorias 2015, una fotografía de la Virgen de la Cabeza en el interior de la Catedral, enmarcada por uno de sus arcos; su autor es el fotógrafo Rafael Montenegro, colaborador habitual de la revista Córdoba Cofrade.
Acto seguido, José A. Luque, experto pregonero y exaltador y conocido en el mundo cofrade por dirigir el programa radiofónico cofrade Paso a Paso, hizo un breve recorrido por la biografía del pregonero, a quien presentó. Ángel Mª Varo Pineda tomó la palabra para pregonar las Glorias de Córdoba mediante un recorrido íntimo por los momentos que en su infancia le llevaron a conocer las diversas devociones cordobesas en compañía de su familia. Terminó el pregonero con un sentido poema a su Virgen de las Lágrimas:
¿Alguno pensaba, hermanos,
que me iba a ir sin nombrarla…?
¿Que yo saldría de aquí
de manera cabizbaja
sin articular su nombre…?
¿Sin que mi boca engarzara,
dándole gracias al cielo,
sus ocho letras de plata,
que todas, una por una,
las tengo a fuego en el alma?
La L, de la más dulce
que por este pueblo anda.
La A, del amor sublime
que en sus suaves manos guarda.
La G, de la gracia pura
con que Dios quiso adornarla
desde que fue concebida
con el alma inmaculada.
La R, de Reina humilde.
La I, de imagen calcada
de la que en el cielo está…
que no puede ser más guapa.
La M, de Madre nuestra,
consuelo de nuestras almas…
Otra A, que tanto amor,
con una sola no basta,
Y la S, del plural
que multiplica sus gracias…
¿Alguno pensaba, hermanos,
que me iba a ir sin nombrarla,
a la del nombre más dulce,
la de porte más galana?
¿A esa que aprendí a rezarle
con mis primeras palabras,
la que está siempre conmigo,
la que siempre me acompaña,
la que llueva o haga frío,
viene todas las mañanas
a esperar que yo le cuente
las cositas de mi alma?
¿Alguno pensaba, en serio,
que me iba a ir sin nombrarla,
la que fuere donde fuere,
en San Pedro o Santa Marta,
ha estado siempre pendiente
de cada paso que daba,
a veces, sin darme cuenta,
pero siempre, siempre, estaba?
¿La que quiso que yo fuera
costalero de sus andas
allá por mi juventud…
Y me consintió llevarla
por esa calle del Poyo,
por esa bendita Almagra…
Miércoles de luna llena,
atardeceres de nácar…
La que estuvo con mis padres
oculta bajo su almohada
en sus últimos suspiros
dándoles dulzura y calma.
¿Alguno pensaba, hermanos,
que me iba a ir a mi casa
sin articular su nombre,
sin que mi boca engarzara
dándole gracias a Ella,
sus ocho letras de plata…?
No iba a hacerlo, Madre mía…
No callaré esa palabra
que tanto consuelo tiene,
aunque suene a pena amarga.
La pronunciaré, Señora,
no renuncio a proclamarla,
mientras te digo al oído,
bajito, que muchas gracias,
por la Gloria inmerecida
que he tenido esta jornada
de poder cantarle a todos
las Glorias que nos regalas.
Déjame que yo te mire
y mírame tú a la cara…
que aquí me tienes, mi Reina,
de mi niñez a mis canas,
por el tiempo que Tú quieras
para seguir pronunciándola.
Aquí me tienes, Señora,
roto de amor a tus plantas,
entregado, desde siempre,
a tus Glorias de oro y malva…
entregado para siempre…
¡a la Gloria de tus Lágrimas!
Tras el pregón, se celebró la cena de homenaje al pregonero en el hotel Córdoba Center, donde se le entregó un cordobán conmemorativo.